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Sueño .

Soñé que trabajabas en una estructura comida por el tiempo y yo te buscaba entre pasillos azules sin encontrarte. Eran verdes, amarillas, rojas las diminutas moléculas de polvo que se aferraban con ligereza a la pintura desgastada. Y yo corría pasillos y entre rostros de extraños bajaba gradas, abría puertas. Quería hallarte. Al fin decidí que era en vano. Todos los caminos me habían fallado. Demasiadas probabilidades debían hacerse promesa y a una orquestarse para verte. Entonces... me viste... te vi y supe que no sabía para qué te buscaba yo solo quería verte y cumplido mi deseo ¿qué haría?

Lejos

Lejos desde el mirador de tu ausencia contemplo este azul deseo -ocaso sórdido y hondo- humana ambición: la de perdurar. Oigo pensamientos distantes hechos eco ajenas son hoy todas las miradas todas las palabras. Pinté negro en todos mis lienzos de papel servilleta. Tu descripción era todo lo que creaba belleza, y sin tus palabras no existe. Me palpita en caverna este mi corazón tuyo, me distraen las hojas, el cielo, el viento... Estoy afuera lejos, lejos.

¿Qué es esto?

¿A dónde vas? Así termina todo esto de esta manera. La roca que eres es la que quiero ser: Inmovible, quieta, firme. Veo hacia atrás, no hay a qué aferrarme. No hay a quién caer. Es como si de repente en lugar de ir cayendo de golpe camino. No estás. No estuviste. No hay nada atrás, todo estaba en mi mente, todo lo creé. Qué vacíos se sienten los espacios que antes estuvieron llenos, llenos de qué, no sé, de algo. Siento haberme rendido en un juego que jugaba yo sola. Como vestida de payaso en reunión importante, como la única sin uniforme, como quien ha tragado un terrible peso de realidad. No estás. Qué extraño. Nunca fuiste, nunca fuimos. Ya pasó. ¿Qué paso? Nada.

Daga .

Quiero ser tu punto débil quiero ser quien te parte el corazón quiero ser quien puede sacarte la verdad quiero ser ante quien te deshaces. Quiero ser a quien envían para ocuparse de ti, quiero ser quien ves y eres vulnerable. Adiós amor, veneno soy y nada más.

Muerte

Decidida me persigues ya mordiéndome los talones, cada que respiro, mi bienvenida compañía. Tejes pensamientos y pareciera urgirte la sangre que llevo dentro, y a cada latido vuelves a acercarte. ¿Por qué te engrietas para mostrarte mientras me veo en el espejo, hermosa? ¿Por qué me cantas la segundera de canción de cuna, y negra te pavoneas peligrosa? Me has hecho abrazar feroz esta vida que llevo de temporal tatuaje, este minuto en el que decides no llevarme. Te medito, pobre enemiga vencida, que ha de ser solo tu camino que ha de ser, Muerte, muerte tu agorero. Que al día final no habrá quién te abrace, que con el mismo puñal con el que golpeas desdichada has de decir tu última frase.